Sarlanga: el maestro que cambió para siempre el diseño gráfico argentino

Imagen de Sarlanga Diseñador Grafico
Su estilo marcó una línea que hoy se replica

De Tigre a Córdoba: los orígenes de un creador eterno

Eduardo William Hermes Ruccio, más conocido como Sarlanga, nació en 1929 en Buenos Aires y se convirtió con el tiempo en uno de los nombres más recordados del diseño gráfico argentino. Su apodo surgió en sus inicios en el diario Clarín, a mediados de los años 40, cuando todavía era un adolescente que daba sus primeros pasos en el mundo editorial. En ese momento, una portada deportiva en la que colocó la foto del delantero Jaime Sarlanga le valió el apodo que lo acompañaría toda su vida. Desde entonces, la chispa creativa y la frescura de su humor lo hicieron distinto. Su carrera se desplegó entre Buenos Aires y Córdoba, ciudad en la que terminaría marcando a generaciones enteras. Sarlanga falleció el 27 de Septiembre de 2015 en Córdoba, a los 85 años, dejando tras de sí una obra que todavía inspira. Sus primeros trabajos se centraron en el arte tipográfico y la ilustración aplicada a medios gráficos, pero pronto se transformó en un pionero que llevó al diseño argentino hacia una nueva era. Fue de los primeros en abandonar los métodos artesanales de imprenta para adaptarse al offset, y con esa visión adelantada cambió la forma de concebir el diseño periodístico y editorial en Argentina. Su historia es la de alguien que no se conformó con lo establecido y abrió camino en un país que comenzaba a descubrir el poder visual de la comunicación.


El alma del diseño gráfico en Córdoba: un referente irrepetible

El desembarco de Sarlanga en Córdoba fue un antes y un después para la gráfica local. Su paso por medios como Tiempo de Córdoba y, sobre todo, su consolidación en La Voz del Interior, lo convirtieron en un referente absoluto del diseño periodístico. A diferencia de la lógica tradicional de la época, en la que la ilustración era un complemento, él la colocó en el centro de la escena, generando tapas y páginas que respiraban arte y creatividad. Su estilo combinaba frescura popular con una estética moderna, logrando un equilibrio único que capturaba a los lectores y daba identidad propia a los medios. Además, fue parte de la mítica revista Crisis, que en los años 70 se transformó en un espacio cultural de resistencia y experimentación gráfica. Quienes lo conocieron recuerdan su carácter entrañable: solía regalar dibujos, flores o bombones a sus colegas, y era famoso por exclamar la frase “¡Cómo hacés!” cuando alguien se iba temprano del trabajo. Anécdotas como la del día en que cocinó tallarines para Pablo Neruda o aquella en la que abrazó al presidente Raúl Alfonsín en una visita a La Voz reflejan su carisma y su conexión con la cultura argentina. En Córdoba no solo diseñó, sino que formó discípulos, inspiró colegas y dejó una huella imborrable en la forma de comunicar gráficamente.


Legado, influencia y el gran aporte al diseño argentino

Lo más importante que hizo Sarlanga para el diseño gráfico argentino fue darle dignidad, identidad y modernidad a la disciplina. En tiempos en que el diseño era visto como un oficio menor dentro de las redacciones, él lo elevó a la categoría de arte aplicado, demostrando que la composición, la tipografía y la ilustración podían cambiar la manera en que la gente leía y entendía la información. Con una visión adelantada, se adaptó a las nuevas tecnologías gráficas, incorporando procesos como el offset cuando muchos todavía se resistían. Su influencia fue particularmente decisiva en Córdoba, donde se convirtió en un verdadero maestro: no solo transformó la estética de los diarios y revistas, sino que también formó a toda una generación de diseñadores que vieron en él un ejemplo de innovación, humor y sensibilidad artística. Hoy, hablar de diseño gráfico argentino sin mencionar a Sarlanga es imposible: su nombre sigue siendo sinónimo de creatividad y libertad expresiva. Su vida entera fue un puente entre la tradición del dibujo artesanal y la modernidad de la comunicación visual. A más de una década de su partida, su legado continúa vivo en cada ilustración, en cada página bien diseñada y en cada diseñador que entiende que la gráfica es más que técnica: es un acto cultural, un lenguaje que transforma realidades.

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